La Cosmología, dentro y fuera de la física



 

Los temas cosmológicos, en mi modesta opinión, tienen sentido físico específico cuando sus predicados se pueden observar, aunque sea por medios indirectos. Y por lo tanto medir, modelar, detectar y predecir.

Especular acerca del fin del universo basándose en el hipotético efecto de una supuesta materia oscura que aún nunca nadie vio -y que, para peor, aparenta ser imposible de ver- puede resultar interesante, pero no parece que sea una actividad que encaje del todo en la física.

Más bien es una actividad que simplemente consiste en teorizar sobre la viabilidad de determinados modelos matemáticos.

Esto puede servir legítimamente como conjetura de algo posible, lo que tiene en sí cierto mérito.

La simple caída de un cuerpo tirado desde un edificio, está gobernada por una ecuación cuadrática elemental con dos soluciones, una de las cuales no tiene sentido, pues involucra un tiempo "negativo", sin que haya nada misterioso en ello.

Las ecuaciones cosmológicas son extremadamente más complejas, pues están formuladas en términos de derivadas parciales tensoriales. Tales ecuaciones se parecen al sombrero de copa de un mago, ya que tienen muchas soluciones diferentes, que emergen como conejos, aparte de las descubiertas por Einstein y Hilbert. Éstas últimas están muy respaldadas experimentalmente en sus predicados, lo que constituye su principal argumento a favor, y por lo tanto constituyen un éxito de la cosmología física. Además de estas soluciones, existen muchas otras. Una de ellas, detectada por el eminente lógico alemán Kurt Gödel, introduce la posibilidad de viajar por el tiempo. Como juego, sin el menor respaldo experimental, la posibilidad es maravillosa. Pero los fundamentos de tales conclusiones deben aclararse bien para evitar encandilar falsamente a la gente sencilla como uno. La mitología hindú tiene, en su extenso catálogo de seres notables, a un dios fascinante llamado Narada, que vuela en una nave espacial a través del cosmos, con el permiso de Vishnú. Probablemente Gödel y Narada ya se hayan encontrado en el Cosmos varias veces para tomar cerveza alemana, aunque todavía no nos hemos dado cuenta de ello.

Referencia del autor:
Ricardo Miró (nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1948) es Licenciado en Ciencias Matemáticas por la Universidad de Buenos Aires, y fue alumno del matemático catalán Luis Antonio Santaló y del matemático argentino Alberto Calderón. Trabaja en su país en el ámbito de la Comisión Nacional de Gestión Judicial, dependiente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ha estudiado en tal lugar varios problemas de congestión administrativa, y ha planteado modelos matemáticos para resolverlos, utilizando los recursos de la teoría de colas y de la teoría de juegos. Tiene publicados alrededor de 50 trabajos específicos sobre estos temas, algunos de los cuales han aparecido en los Anales de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. También ha publicado varios libros de divulgación de las matemáticas, incluyendo como tema la teoría de la probabilidad. Disertó en la Academia Nacional de Ciencias de la República Checa, en Praga, en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) y en el Instituto Balseiro de Bariloche.