Una tormenta titánica se expandió por Saturno y sólo se disolvió cuando su cabeza cortó su cola, por así decirlo. Es la primera vez que los científicos han observado a una tormenta tragarse a sí misma de esta manera en un astro de nuestro sistema solar.
Los resultados de un estudio minucioso sobre tan exótico fenómeno han sido ahora presentados públicamente por el equipo de Andrew Ingersoll, del Instituto Tecnológico de California en Pasadena, y Kunio Sayanagi, de la Universidad de Hampton en Virginia, ambas instituciones en Estados Unidos.
Los huracanes en nuestro planeta se alimentan de la energía de las aguas cálidas de la superficie marítima, y dejan tras de sí una estela de agua fría.
La tormenta ciclópea acaecida en el hemisferio norte de Saturno también se alimentó del "aire" cálido de la atmósfera de este planeta gaseoso gigante.
Este conjunto de imágenes de la misión Cassini de la NASA muestra la evolución de una enorme tormenta de truenos y relámpagos que rodeaba todo el camino alrededor de Saturno y se esfumó cuando ella se encontró con su propia cola. La tormenta se detectó por primera vez el 5 de diciembre de 2010. Ese mes, se desarrolló una cabeza de nubes brillantes en movimiento rápido del oeste y dio lugar a una mucho más lenta deriva hacia la derecha del vórtice de giro. Crédito de la imagen: NASA / JPL-Caltech / SSI / Universidad Hampton |
La tormenta, que fue avistada el 5 de diciembre del 2010, y rastreada por la sonda espacial Cassini, brotó aproximadamente a 33 grados de latitud norte. Poco después, la luminosa y turbulenta cabeza de la tormenta surgió claramente y empezó a desplazarse al oeste, generando un vórtice giratorio en el sentido de las agujas del reloj que se movía mucho más despacio. En cuestión de unos meses, la tormenta circunvaló al planeta en esa latitud, abarcando aproximadamente 300.000 kilómetros (unas 190.000 millas), mientras arrojaba truenos y relámpagos por el camino.
Las tormentas terrestres nunca se han encontrado con sus propias colas. Es habitual que se detengan y desorganicen cuando se topan en su camino con rasgos topográficos como las montañas.
Pero Saturno no tiene ninguna masa de tierra firme en las capas definibles como atmosféricas, capaz de detener a sus huracanes. La cabeza luminosa y turbulenta de la tormenta pudo desplazarse sin obstáculos hasta dar la vuelta al planeta. La tormenta sólo comenzó a desvanecerse cuando su cabeza se encontró, en junio del 2011, con el vórtice dejado atrás. No está clara, sin embargo, la causa exacta del cese de la tormenta al toparse la cabeza de ésta con el vórtice.
A fines de agosto, la titánica tormenta amainó.
Aunque los detectores infrarrojos de la Cassini continúan rastreando algunos efectos residuales de la tormenta en las capas más altas de la atmósfera, la capa de Saturno comparable a la troposfera terrestre, que es donde en el planeta de los anillos se generan los principales fenómenos meteorológicos definibles como tales, y que está ubicada más abajo, ha permanecido tranquila en esa latitud.
Esta tormenta, pródiga en truenos y relámpagos, fue una bestia, en palabras de Sayanagi. La tormenta mantuvo su intensidad durante un tiempo extraordinariamente largo. La propia cabeza de la tormenta azotó el planeta durante 201 días, y su corriente ascendente emergió con una intensidad tal que le habría permitido succionar toda la atmósfera de la Tierra en unos 150 días. Además, creó el vórtice más grande que se haya observado hasta ahora en la troposfera de Saturno, extendiéndose a lo largo de unos 12.000 kilómetros (aproximadamente 7.500 millas).
La misión Cassini-Huygens es un proyecto cooperativo de la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Italiana.
Referencia: NASA